lunes, 21 de febrero de 2011

Ayer


El testimonio frágil
del vagabundo trascendental
que vive en mi
no pudo dejar de lado
exclusivamente nada,
ni todo de sí en el tiempo.
Y ahora,
cuando se sumerge 
todo nada con él.
Entonces, mejor,
que el olvido,
viejo parlanchín,
no nos secuestre.
¿Entonces?
En la cultura sobreprotectora,
Diosa de la maquinaria
conocí infelices
erguidos de frivolidad,
para quienes:
“todo encaja a la perfección”
y sin júbilo ni desconsuelo
le devolvían la lógica
al caos de la existencia;
con el temor
y la indiferencia
a la crisis
de un tal o cual
cambio experimental, 
andaban presumiendo
su lánguida insatisfecha alegría,
dejando de lado
esas cotidianas, conmovedoras,
apacibles y admirables secuencias
donde nosotros
encontramos la vida
en cualquier instante
observándola pasear
volando a píe
besando en bicicleta.
Espero que vos
no hayas podido
mentirte tan naturalmente,
ni conseguir el sueño,
sin la intención de levantarte,
para crear y componer,
a tu forma,
tu atajo a la eternidad.



 

0 comentarios:

Publicar un comentario